Sola ante el peligro by Nora Roberts

Sola ante el peligro by Nora Roberts

autor:Nora Roberts [Roberts, Nora]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2007-07-10T04:00:00+00:00


17

Razz Johnson tenía algo que demostrar. Y pensaba hacerlo ese día. ¿Acaso creían los Lords que podían colarse en su territorio? ¿Meterse con sus chicos? Se habían introducido en su terreno. Se habían adentrado en el lado oeste, y habían llevado su mierda hasta su casa.

No. Aprenderían a tener un poco de respeto.

Ahora su hermano estaba en el hospital y podía morir. Le habían extraído de las tripas las balas que aquellos cabrones le habían metido cuando su jefe había guiado al grupo al terreno de los Lords para vengarse.

Pero T-Bone había ordenado a Razz que no hiciera nada, porque no había alcanzado el nivel suficiente para participar en la guerra. Quizá, de no haber estado allí, su hermano no estaría ahora en una cama de hospital, puede que muriéndose.

Razz sabía lo que tenía que hacer. Ojo por ojo.

Condujo por Hitch Street, territorio enemigo. Había robado el coche, y su gorra azul, parte del uniforme de la banda, reposaba en el asiento. No quería que algún Lord que pudiera estar en la calle lo detectara como un Posse. Todavía no. Hasta que estuviera preparado.

Pensaba pasar inadvertido.

Se había abierto camino en la banda a puñetazos. Aunque su hermano ocupaba un alto rango, él debía demostrar que valía. Peleando era como un demonio, todo pies y puños. No se rendía.

Tenía un don para robar coches, se podía confiar en él para traficar con drogas porque no las consumía. Pero por ahora no se sentía cómodo con navajas y pistolas.

T-Bone decía que no acertaría ni a una vaca, y esta era otra de las razones por las que lo había dejado atrás la otra noche.

Pero llevaba una 45 semiautomática, con el primer cargador preparado, bajo la gorra que había dejado en el asiento. Razz ya no tenía ningún reparo.

Iba a vaciar todo el cargador entre los ojos del que había disparado a su hermano. Si alguien se inmiscuía, también le dispararía. Era lo que llamaban daños colaterales.

Entraría a la luz del día, y luciendo sus colores. Si no volvía a salir, bueno, pues mala suerte.

Tenía dieciséis años.

Paró en la acera de enfrente de la tienda de bebidas. Sabía que Clip utilizaba la trastienda como «oficina». Estaba por allí, hacía negocios, fanfarroneaba y las chicas le hacían mamadas y se dejaban violar para intentar entrar en la banda.

Se acercaría por detrás, ya lo tenía pensado. Se cargaría a los guardias si es que había guardias que cargarse. Cruzaría la puerta y le metería una bala en los globos oculares.

T-Bone estaría orgulloso. T-Bone recuperaría las ganas de vivir cuando supiera que había sido vengado.

Se puso la gorra y la ladeó orgullosamente a la derecha. Se guardó la 45 en la cintura de los pantalones, bajo el faldón largo del jersey azul. Le pesaba como un cañón cuando bajó del coche.

Las zapatillas deportivas altas eran azules con rayas amarillas. El pañuelo que colgaba de su bolsillo trasero era amarillo brillante. Los colores lo identificaban como perteneciente al lado oeste, como un Posse, pero era tal su rabia, su aflicción, su sensación de rectitud, que cruzó Hitch pavoneándose de ellos.



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